Vuelos más largos, caros y contaminantes por el cambio climático MARÍA PÉREZ ÁVILA | El Mundo | 10/02/2016 Los aviones no sólo utilizan la fuerza de sus motores para volar. Una de las principales claves de los viajes en el aire es la corriente y la fuerza del viento, y ahora estas características fundamentales para la aviación están cambiando debido a los efectos del cambio climático. En la actualidad, el vuelo entre Londres y Nueva York dura una hora más que el mismo trayecto en dirección contraria. Esto se debe a un fenómeno meteorológico conocido como "corriente en chorro", o jet stream en inglés. Son unos flujos de aire que se producen en ambos hemisferios entre siete y quince kilómetros de altura, formando unos "túneles" de viento. Javier Villar, piloto y portavoz del Colegio Oficial de Pilotos de la Aviación Oficial, explica que habitualmente los chorros están por encima de los 100 nudos (unos 185 kilómetros por hora), aunque el viento puede alcanzar velocidades mucho más altas. "Se utilizan para intentar aprovechar la corriente a favor y disminuir el tiempo de vuelo". AAhora, un estudio elaborado por el Departamento de Meteorología de la Universidad de Reading, en Reino Unido, y publicado en la revista Environmental Research Letters, sostiene que el cambio climático generado por el aumento de gases de efecto invernadero está aumentando la fuerza de estas corrientes en chorro. Como resultado, los vuelos de oeste a este se acortarán (el récord actual de un vuelo comercial Nueva York-Londres está en 5h 16m), pero los vuelos este-oeste serán más largos y no compensará el ahorro de tiempo en el trayecto contrario. La investigación, dirigida por el doctor Paul Williams, determina que al acelerarse esa corriente en chorro, los vientos en dirección este se aceleran y los de dirección oeste se ralentizan. "Actualmente hay 600 vuelos transatlánticos al día, por lo que en total se añadirán 2.000 horas más al año en este tipo de vuelos", sostiene Williams. Esto suma millones de dólares en combustible, aumentando el riesgo de retrasos y el precio de los billetes, y empeorando el impacto en el medio ambiente. "La industria de la aviación se enfrenta a la presión por reducir su impacto medioambiental, pero este estudio muestra una nueva perspectiva en la que la propia aviación es susceptible a los efectos del cambio climático", indica Williams. La corriente en chorro en la ruta entre el aeropuerto de Heathrow, en Londres, y el John F. Kennedy, en Nueva York, hará que el viento fluya un 15% más rápido en inverno, aumentando de 77 km/h a 89 km/h de media, con aumentos similares en otras estaciones. Por consiguiente, los vuelos en dirección a Londres tienen el doble de posibilidades de durar menos de 5 horas 20 minutos y los vuelos hacia Nueva York durarán más de siete horas. En concreto, la ruta hacia el este se reducirá en cuatro minutos de media, mientras que los vuelos hacia el oeste serán, también de media, cinco minutos y 18 segundos más largos. En total, la duración total del recorrido ida y vuelta durará un minuto y 18 segundos más de media lo que, multiplicado por los vuelos que hay entre Europa y Norteamérica, se emitirán 70 millones de kilos de CO2 extras al año y supondrá 22 millones de dólares anuales más a la compra de combustible. El combustible es uno de los principales gastos de las aerolíneas y consumir más ocasionará un aumento de los precios de los billetes. Williams señala que "incluso con solo dos minutos más de vuelo ya se necesitan más de 378 litros de combustible y se emiten más de 1.000 kilos de dióxido de carbono". Actualmente, la aviación contribuye al 2% de las emisiones globales de dióxido de carbono por parte de los humanos, aunque el autor explica que esta cifra aumenta a gran velocidad. ""La aviación crece en torno al 5% anualmente". Aumento de la temperatura El aumento de la temperatura también afectará a la fuerza de despegue. Javier Villar indica que, si esto sucede, "los motores van a ser menos eficientes en el despegue y el aterrizaje, y el peso con el que va a poder despegar el avión va a ser menor". A pesar de las conclusiones a las que ha llegado este estudio, no cree que las compañías estén dedicando sus recursos a este asunto. "Sí lo hacen en seguridad y optimización de rutas y en tener aviones más eficientes. A veces la ruta más económica no es ni la más corta en tiempo ni la más corta en distancia". Wiliams explica que el estudio se ha centrado en la estación invernal porque es en esa época cuando las turbulencias son más fuertes y la tasa de daños es más alta. "Las corrientes en chorro también están en el hemisferio sur, así que es posible que los vuelos de otras partes del mundo también sufran este efecto". Las emisiones contaminantes son una de las principales preocupaciones de la aviación. El pasado 8 de febrero, 23 países llegaron a un acuerdo en Montreal (Canadá) en el seno de la Organización de la Aviación Civil Internacional (OACI) para reducir las emisiones de dióxido de carbono de los vuelos. El pacto, que aún tiene que ser aprobado por el consejo de gobierno de la ONU, espera reducir las emisiones de carbono en más de 650 millones de toneladas entre 2020 y 2040, lo que equivale a retirar 140 millones de vehículos durante un año.